miércoles, 18 de mayo de 2011

Masones del Bicentenario - Los comienzos y la Independencia

En este año en que se impone el revisionismo histórico como una “moda” ante la avalancha de conmemoraciones por el Bicentenario de nuestra Independencia, la Masonería no puede estar ajena a dicha corriente. Es por ello que nunca está de más conocer algunas aristas de la Masonería en la Historia del Paraguay. Se animan a recorrer los años en busca de respuestas? Pues vamos…


Si bien es notoria la nunca reconocida, aunque sí vigente confrontación entre Masonería e Iglesia, algo que divide a la sociedad aún hoy a más de cincuenta años que los Masones hayan sido reivindicados de su Excomunión por el Papa Juan XXIII, la guerra silenciosa (y a veces no tanto) persiste y con dureza en nuestro país. Sin embargo pocos saben que el primer Masón paraguayo fue nada menos que un clérigo: Juan Pablo Fretes. Si bien algunos documentos lo citan como argentino natural de Buenos Aires, sin embargo es sabido que nació de padres paraguayos en territorio entonces perteneciente al Paraguay antes de 1770. Es elevado a la categoría de canónigo en 1807. En 1809 contribuyó para la guerra de España contra los franceses. Escribió un breve “Compendio de geografía”, en verso, para uso de la juventud americana. El manuscrito original, que tiene 20 folios, fue puesto en venta por un librero de Madrid.

Fretes formó parte de la Logia UNION AM ERICANA fundada por el venezolano Masones del Bicentenario 1a parte : Los comienzos y la Independencia En este año en que se impone el revisionismo histórico como una “moda” ante la avalancha de conmemoraciones por el Bicentenario de nuestra Independencia, la Masonería no puede estar ajena a dicha corriente. Es por ello que nunca está de más conocer algunas aristas de la Masonería en la Historia del Paraguay. Se animan a recorrer los años en busca de respuestas? Pues vamos… Francisco de Miranda en 1797 en Londres conjuntamente con otros grandes Masones en la historia americana como Simón Bolivar, José de San Martín, Andrés Bello, Carlos María Alvear entre otros. Se afilió luego a la LOGIA LAUTARO en Cádiz con San Martín y Belgrano.

Su presencia silenciosa sin embargo se hace patente en cuanto documento se relacione a la Masonería en el Río de la Plata, no pudiendo sin embargo hacer crecer la misma en Paraguay. Se halla ligado en muchos documentos de la época con Belgrano, San Martin y en Buenos Aires conformando los gobiernos de transición hacia la independencia de la Argentina. Falleció en Buenos Aires en 1817 siendo históricamente el primer Masón nacido en Paraguay.

Sello de las Independencias de los países americanos fue la indudable presencia masónica, traducida en la conocida prosapia iniciática de sus principales precursores. Sin embargo, la emancipación paraguaya careció por completo de iniciados. Ninguno de los próceres del mayo paraguayo vieron la Luz Masónica y de ello no hace falta más que ver sus historias y su ausencia de contacto con el exterior donde si se gestaban nacimientos de Logias operativas en el campo de la concientización de los pueblos. No había Troches, Yegros, Caballeros, Bogarines o De la Mora en las filas masónicas incipientes de la América naciente, y quizás nuestros próceres ni siquiera conociesen de la existencia de tal organización. Pero probablemente no todos eran así.

El mentor intelectual de la Independencia, Gaspar Rodríguez de Francia, pudo haber tenido contacto con intelectuales masones en la Universidad cuando estudió. De hecho, sus inspiradores fueron los enciclopedistas franceses, quienes bajo las premisas de “Libertad, Igualdad y Fraternidad” consiguieron la independencia francesa y la documentaron en sus escritos que inflamaron a los eruditos americanos de principios del siglo XIX . De hecho, la literatura de Voltaire, Montesquieu y Rosseau inspiraron la Doctrina Nacionalista de Francia, el cual los interpretó de manera muy personal en su organización del gobierno.

Francia era un hombre peculiar. Nacido de padre portugués, nunca supo aceptar su condición de bastardo, lo que le hizo padecer por confrontar dicha condición con un tremendo ego. Ello lo volvió un ser huraño, retraído, misógino y absolutamente reservado, coraza tal que envolvía a un genio de la política que había bebido lo mejor de las fuentes masónicas libertarias mundiales. Francia entendía a la Libertad como la ruptura del yugo opresor sea cual fuere, a la Igualdad como la nivelación económica y cultural a una misma altura donde el Estado administrara los bienes comunes del pueblo dando a todos equitativamente, y a la Fraternidad como un sentimiento nacionalista que uniera a los nacidos en la tierra en pos del amor por su patria.

Innumerables anécdotas jalonan la vida de Francia. Como aquella en la que se cuenta que cuando el salía a cabalgar, debían cerrarse las ventanas o la que cuenta que intervino en un complot en su contra cuando un sacerdote le reveló un secreto de confesión de uno de los conjurados. Pero quizás lo que nos interesa mucho en este revisionismo bicentenario es su relación con el sabio francés Amadeo Alejandro Jacobo Bonpland. Este sabio, nacido en La Rochelle, Francia, en 1773 con el apellido Goujand, sin embargo fue conocido como “buena planta” (bon-plant) por su propio padre maravillado por el amor de su hijo ante la naturaleza. Sabio y estudioso como pocos, trabó una amistad con otro estudioso y Hermano Masón como él, Alexander Humboldt, recorriendo toda América. Amigo del Emperador Napoleón y de la Emperatriz Josefina, fue contratado por el gobierno argentino de Bernardino Rivadavia para realizar investigaciones sobre botánica en la población de Santa Ana.

En una de sus excursiones por la “tierra de nadie”, actual Provincia argentina de Misiones, una avanzada de las tropas paraguayas lo captura en diciembre de 1821 y lo lleva a la presencia de Francia. Este le indaga sobre su presencia en las tierras y lo toma prisionero, destinándolo a un confinamiento entre las ciudades de Santa María y Santa Rosa donde no solo se instala y prosigue sus estudios, sino que toma por esposa a la indígena María, hija de un cacique, con la que tiene dos hijos.

Conocida su situación, personalidades del mundo de entonces solicitaron su liberación a Francia, y hasta el propio Bolívar amenazó con invadir Paraguay. Pero ello no solo sucedía por la fama del sabio sino porque Bonpland era nada más y nada menos que Past Gran Maestre de la Gran Logia de Francia. Bolivar, Masón nunca negado, y Pedro I, Emperador del Brasil y a la sazón, líder de la Masonería en dichas tierras, reclamaron enérgicamente a Francia su liberación. Pero Francia no lo liberó. Al menos, no cuando ellos se lo requirieron.

Se comenta que Francia pidió a Bonpland que disecase a todos los presos paraguayos que quisiera buscando la razón por la cual el paraguayo miraba siempre hacia abajo, y queriendo demostrar con esas disecciones una teoría particular del Dictador paraguayo: la presencia de un “hueso escondido” de más en los nacidos en estas tierras que causara tal “deformidad”. Bonpland, sincero como una aplanadora, le contestaría al Dictador que “no es un hueso de más sino la opresión que sufre la que le hace agachar la cabeza al natural del Paraguay”.

Así como fue confinado de manera sorpresiva, el 12 de mayo de 1829, casi diez años después de tomarlo prisione- Historia ro, y sin mediar ninguna presión externa de manera efectiva, a un deseo voluntario del Dictador, Bonpland es liberado y puesto en Corrientes, aunque sin permitírsele llevar no solo su colección de insectos y plantas, sino que también a su familia, a quien el sabio no volvería a ver nunca más. Es así que, puesto en libertad, llegaba a Corrientes enamorado del Paraguay y con el corazón partido por la separación de su mujer e hijos. Una vez en Corrientes escribía en su diario que se notaba la diferencia en cuanto a lo que era el Paraguay y donde habitaba en ese momento, ya que ni bien pisó tierra foránea al Paraguay… le robaron los caballos…

En la próxima entrega hablaremos de Francia y otro gran Masón: Jose Gervasio Artigas. Y comenzaremos a delinear el perfil de un estadista antimasónico, Don Carlos Antonio López, y una gran revelación probablemente respecto a su hijo Francisco Solano.




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