jueves, 17 de febrero de 2011

Instalación regular de la Masonería en el Paraguay

El 1 de enero de 1869, las fuerzas aliadas ocuparon militarmente la capital paraguaya. La encontraron desolada, excepto algunos extranjeros y famélicos animales. Con las fuerzas invasoras, llegaron muchos vivanderos y paraguayos exiliados. Entre la oficialidad brasileña y argentina, se encontraban numerosos iniciados en la masonería, esa fraternidad varias veces centenaria de luchadores por el republicanismo, la democracia, la instrucción pública, el conocimiento y la convivencia según reglas de juegos civilizadas. Los presidentes de los países beligerantes y los generalísimos de dichos ejércitos eran grandes maestros de la masonería en sus respectivos países: Mitre, Sarmiento, Caxias, Peixoto, Osorio, etc.

Sabido es también que casi toda la Guerra de la Independencia americana fue realizada bajo la dirección de connotados masones: San Martín, O’Higgins, Sucre, Miranda, Bolívar. La excepción fue el Paraguay, donde las ideas políticas y las ideologías llegaban con relativo atraso, debido a nuestra mediterraneidad, lejos de los puertos donde recalaban mercancía, hombres e ideas. Dos masones unidos en la defensa nacional durante la Guerra del Chaco: el mariscal José Félix Estigarribia y el doctor Eusebio Ayala.

Por otra parte, recordemos que en la obtención de la independencia política de los países americanos tuvieron gran influencia logias masónicas. Por citar solo un ejemplo, el de los Estados Unidos de América: De los 54 jefes y oficiales que lucharon por la independencia, 50 pertenecieron a la masonería, dirigidos por George Washington. En Centroamérica y Suramérica, los líderes también fueron maestros masones.

En el Paraguay, noticias ciertas de la presencia de la masonería datan de los años iniciales del gobierno de don Carlos Antonio López, cuando en 1845, funcionaba –en la clandestinidad– la logia Pitágoras, dirigida por el venerable Enrico Tuba, masón de origen italiano. La primera potencia masónica y autónoma independiente de América del Sur fue el Gran Oriente del Brasil, fundado el 17 de junio de 1822 en Río de Janeiro. Su primer Gran Maestro fue el patriarca de la independencia brasileña, José Bonifacio de Andrade e Silva.

En 1896 se llevo a cabo la instalación oficial de la primera logia masónica en el Paraguay. Se llamó Fe y trabajó bajo el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, con los auspicios del Gran Oriente del Brasil, del Valle Benedictino de Río de Janeiro.

En el 28 de julio de 1869, el Supremo Consejo Grado 33 de la masonería argentina autorizó a uno de los principales miembros, el médico José Roque Pérez, a fundar logias en el Paraguay y a conferir grados masónicos; de esa manera, se fundó en Asunción la logia masónica Unión Paraguaya N° 30. El doctor J. R. Pérez era el enviado extraordinario del Gobierno argentino para la constitución del Gobierno provisorio de 1869. En aquellos días augurales de la República del Paraguay, fueron iniciadas otras personalidades; muchas de ellas llegaron a las más altas cumbres del poder político, como Juan Bautista Gill, Juan G. González, etcétera.

El 1 de junio de 1871 se estableció el Supremo Consejo para la República del Paraguay de la masonería del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. En aquella ocasión, fue electo el primer Soberano gran Comendador, título de la más alta autoridad masónica de cada Gran Oriente, el doctor Juan Adrián Chaves, jefe del cuerpo médico de la Fuerza Naval brasileña en el Paraguay, quien estuvo secundado por su compatriota el coronel Hermes Ernesto da Fonseca.

El 3 de febrero de 1873, se inauguró en Asunción uno de los monumentos que testimonian y señalan la presencia de la masonería en el Paraguay: La Libertad, idea masónica concretada en un monumento consistente en la efigie de una mujer, mostrando la Constitución Nacional dirigida hacia el Oriente, rematando una columna.

El 3 de enero de 1896 se restableció el Supremo Consejo del Grado 33 de la masonería paraguaya del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. El 22 de febrero siguiente, todas las logias masónicas del país se unificaron bajo los auspicios del Supremo Consejo. La instalación del Gran Oriente del Paraguay estuvo a cargo de los grandes maestros Bernardino Caballero, Serafín Rivas y Ricardo García. El 28 de junio de ese año, el gobierno de Juan Bautista Egusquiza (masón) aprobó los estatutos y otorgó la personería jurídica a la masonería paraguaya.

Otra fecha importante en la historia de la masonería paraguaya es la aprobación, el 30 de abril de 1923, de un Código Masónico del Gran Oriente del Paraguay y sus Reglamentos Generales. El 13 de mayo de ese año, el pueblo masónico paraguayo realizó el juramento de dicho código y reglamento.

El 6 de junio de 1887 se fundó en Asunción la más antigua logia en funcionamiento de nuestro país: Aurora Nº 1 del Paraguay, con 122 años de vigencia. Posteriormente se fundaron numerosas más, varias de ellas de efímera existencia.Actualmente, algunas de las logias integrantes del Gran Oriente del Paraguay son, en Asunción: Aurora del Paraguay, Sol Naciente, Federico el Grande, Libertad, Universo, Fraternidad Masónica, Paz y Justicia, Bernardino Caballero, Concordia, Pitágoras, Acacia, Arandú, Giusepe Garibaldi, Lautaro, Millenium 3033, Fénix, José Gervasio Artigas, Igualdad, Pensamiento Activo, Wolfgang Amadeus Mozart y Piedra Angular.

Existen también logias en varios puntos del país, como las de los Caballeros de San Juan, en Ñemby; Tekokatu, en Capiatá; Saint Germain, en Mariano Roque Alonso; Luz y Progreso, en San Lorenzo; Unión y Progreso, Igualdad y Fraternidad y Toribio Díaz, en Encarnación; Alborada del Amambay, Hermandad sin Fronteras, en Pedro Juan Caballero; Luz y Amistad, José Félix Estigarribia, Fraternidad, Cedro del Líbano y Libre Pensadores, en Ciudad del Este, y Perfecta Armonía, en Concepción.

En los últimos años, la masonería paraguaya vivió situaciones que minaron gravemente su prestigio a los ojos de los profanos. En 1996 sufrió un grave cisma. “La insensatez de unos, la cobardía de otros y la incomprensión de los más, movidos por intereses profanos –dice un estudioso de la masonería paraguaya– fue la causante de esa herida de la cual la institución aún no pudo cicatrizar. Pareciera más bien un cáncer que hizo metástasis y conduce a la muerte de un organismo vivo que lo contrajo”.

Aquel cisma de 1996 habría sido el estallido de una serie de situaciones que venían incubándose desde más de una década atrás. En años posteriores, nuevas disensiones llevaron a otros tantos desprendimientos, reclamando cada uno para sí, la autenticidad y la regularidad –negadas mutuamente– a las otras logias. También aparecieron en el horizonte masónico paraguayo, logias de otras obediencias y ritos, inclusive mixta, atribuyéndose cada una su propia regularidad, la que le es negada por las otras, suscitándose, cada tanto, enojosas y vergonzantes situaciones que dan como resultado el desprestigio de la Orden.

El 18 de enero de 2009 se cumplieron 140 años de la instalación regular de la Masonería en el Paraguay.

La memoria de grandes hermanos masones, como Cirilo Antonio Rivarola, Cayo Miltos, Juan Bautista Gill, Higinio Uriarte, Bernardino Caballero, José Segundo Decoud, Antonio Taboada, Juan Gualberto González, Otoniel Peña, José Urdapilleta, Cecilio Báez, Eusebio Ayala, José Félix Estigarribia, Juan Manuel Frutos y otros, merecen un gesto de altura.


Cortesia de DIARIO MASÓNICO (procedente de la República Mexicana)

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